El deseo sin Luz

La noche de este día te encuentras ansiosa, a la espera de que llegue el momento de ver a ese niño maravilloso que tanto amas, sin embargo, han transcurrido varios días de su último encuentro. Quieres comértelo a besos decirle cuanto lo extrañabas, cuanto te ha hecho falta, sin embargo, él te dice “estoy cansado”, prefiere descansar, tu triste te quedas pues esperabas tener una noche fenomenal y así poder completar tu día con una noche llena de pasión y deseos, pero esta se vino abajo, quedas triste y un poco inquieta pues deseabas con todo tu ser esa noche.

Prefieres dejarlo descansa e irte a otra habitación. Alejarte, te ayudara a pensar mejor y a no incomodar su descanso.

En la noche, se oyen los truenos se anuncia la lluvia y eso hace retumbar los ventanas, en breve lo único que se oye son las gotas que chocan contra la ventana. De pronto un estruendo se oye, la pequeña lámpara parpadea hasta que finalmente la electricidad desaparece y quedas en penumbras.

Te espantas un poco pues no te gusta la oscuridad. Buscan a tientas una lámpara, te diriges a la ventana. Notas que tu casa es la única que está en penumbras, eso te hace dar un zapatazo y tu mente te dice “si corre, ve a cambiar los fusibles”, eso te pone de nervios pues con la lluvia seguro te dará un toque y no sabes que hacer. Finalmente llega a tu mente el pedir ayuda a algún vecino o despertar a esa persona tan especial para ti, pero no, recuerdas que te dijo que estaba cansado y que necesitaba dormir, no puedes interrumpir su sueño, pero, lo dudas un poco pues al verlo recostado sobre la cama semidesnudo tienes pensamientos atrevidos y al aparecer él no los tiene, bueno, no al menos contigo en ese momento.

Decides que no tienes otra opción más que salir de tu casa y cambiar los fusibles; tomas la bata, una sombrilla y vas afuera. Al escuchar ruido él se despierta y comienza a hablarte, primero despacio, después casi grita ante la ausencia de respuesta. Corre hasta la puerta y te mira un poco mojada con cara de asombro, la lluvia es tan tremenda que parte de tu bata se ha mojado, el frio intenso hace estremecer tu cuerpo y este se acentúa en el pecho.

El sorprendido, te pregunta “¿Que paso?”, le explicas la situación a lo cual él contesta “Cambiare el fusible, solo voy por herramientas y estoy de vuelta”. Por su sorpresa no se dio cuenta que seguía bajo la lluvia en el marco de la puerta, al darse cuenta dice “perdón, entra, pescaras un resfriado” se retira de la puerta para que puedas entrar. Temblorosa entro y el agua gotea por mis mejillas y temblando de frio me ofrece una toalla, toma la sombrilla, nuestras manos se rozan, nos miramos un momento sin decir nada. A la mente llegan imágenes llenas de tabu.

Finalmente después de un momento reaccionan y comienzas a secar tu rostro, sacudes el cabello, con el movimiento de tus manos, tus senos se agitan pues no llevas el sostén. Los senos exigen compensación por el frío causado por su descuido. Él te mira y ve como tus senos se bambolean de un lado a otro. Esta petrificado y no te das cuenta, poco apoco se acerca, se coloca frente a ti y sigue sin despegar la mirada de tus senos.

Reaccionas y al mirarlo te quedas sorprendida. Tiene esa mirada de deseo animal que se provocan mutuamente, sin saberlo unen sus labios en un beso tierno pero lentamente sus lenguas inician una danza en ella se entrelazan y rozan con mayor intensidad. Las manos no se detienen y comienzan a acariciarse.

Te rodean por la cintura con los brazos, te atraen. Tus manos se aferran a su cabeza y juegas con su cabello. Sus dedos recorren tu espalda y siente la humedad de tu bata. Lleva sus manos a tus senos y comienza a tocarlos, sintiéndolos, siente ese pezón erecto y firme por el frio... pero ahora es diferente, él ha reaccionado al sentir el toque de sus dedos en ellos. Con suavidad hace a un lado la tela y deja finalmente tus senos libres, se retira, los contempla sabiamente. No espera mucho para que sus labios se incrusten en ellos y comiencen a besarlos y chuparlos despacito, dándole pequeñas mordidas suaves. Toma tu carne entre sus manos, tú has cerrado los ojos y muerdes tus labios al sentir como su lengua toca cada uno de tus pezones.

Mete la mano entre tu bata y acaricia tu trasero, la carne fría por la lluvia, la frota, la acaricia y poco a poco cambia de temperatura, tus manos no se han quedado quietas pues también toman su nuca acercándolo cada vez más a tus senos, es tanto el deseo que quieres se funda con ellos y que el amor no termine nunca. Una de tus manos llega a su espalda y la acaricias fuertemente clavándole un poco las uñas.

Te mira a la cara, en el rostro de los dos se ve el deseo y pasión por sentir sus cuerpos. El desata poco a poco la bata y finalmente queda en el piso mira tú sexo, cubierto por una pequeña selva oscura. Acerca los labios y besa tiernamente tu boca, recorre cada espacio de tu cuerpo, explorándolo lentamente. Siente tu piel, tu aroma, se está embriagando con tu perfume. De pronto se acerca cada vez más te recuesta en el piso acerca ya erecto su pene a tu vagina, comienza a rozarla a tocarla a hacer movimientos y sentir como se moja, todo lo que provoca ese momento y poco apoco tu botón se pone duro y un leve gemido se escapa de tus labios al tiempo que los muerdes.

Toma una de tus pierna y la eleva un poco, desea tener mejor posición y ahora su pene se ha aventurado y tiene una danza con más energía y dedicación, chupa y besa tus pezones, mientras introduce su pene en tu ser y tu gimes en cada una de sus caricias.
Tus manos frotan su cuerpo y lo acarician despacio, sus manos también se unen al festín y se mueven por todos lados, una mano frotando tu trasero y una mano llenándose de tus líquidos y poco a poco se abren paso entre tus labios y se pierden en tu ser. Tú suspiras y gimes al sentir eso y ahora sus dedos te ofrecen un placer tremendo. Tú mueves tu cadera en círculos para tener mejores sensaciones y un gemido más fuerte de tu boca se escapa el cual se mezcla con el trueno que surge del cielo.

Tus jadeos aumentan tu cuerpo se extrémese, tus manos descienden y presionan con gran fuerza su rostro a tus senos, no quieres que se despegue para nada, pues el placer aumenta en cada caricia y eso te esta enloqueciendo. Ahora también pides que no pare y que aumente sus movimientos, tu gimes y en momentos casi gritas al sentir como te penetra. Tus manos presionan con mayor fuerza su rostro, y finalmente tu cuerpo se tensa y en un grito ahogado llegas al placer máximo y divino dado por él, el cual te deja inmóvil por unos momentos y poco a poco le sueltas y se incorpora. Se miran y se besan tiernamente y se abrazan.
Después de unos momento se separan, y al mirarse no saben que decirse, tomas tu bata la pones por encima sin atarla y subes a tu recamara, te siente culpable porque él no quería estar contigo esa noche.

Sin embargo, te recuestas y quedas profundamente dormida, llevando en tu mente lo maravilloso y placentero momento que pasaste.

De: Adriana

Para: el hijo del mar verde
que no es mas luz cuando
pierde lo intangible

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