Recorren mis manos breves y cálidos pensamientos en un mar saturado a testosterona, a dolor por atrofiamiento muscular, cansancio mental, botana y frió invernal como mero recuerdo en el gabinete de la esquina, como permeando la realidad aparecen de cuando en cuando los grandes dientes del burlón de Cheshire, pero mi desconcierto crece con el breve e incierto origen del frío que embarga mis sentidos que reclama navidades insospechadas y la tierra se desmorona a su toque quedando terrones de piedras rojas, negras y blancas, veo crecer el mar mientras corro sin hundirme, mientras los nocturnos sonidos vienen por nosotros.

Comentarios

Cooper dijo…
A veces, la mejor forma de estar a solas con alguien es que te acabe envolviendo la noche...
SILVIA dijo…
La soledad es tan ambígua y esquiva..
Un abrazo!!

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