Cielo encapotado

El cielo encapotado, se extiende hasta donde vista llega. Estas le confieren a la tarde una tonalidad gris, casi opaca, matando los brillos de casi cualquier superficie.
Sobre la acera y el asfalto se refleja el cielo, como si estos tuvieran múltiples ventanas, en esta calle gastada, llena de charcos.
Los muros de concreto delimitan una pequeña calle seccionada a la mitad por un camino de asfalto, los muros han sido manchados por la lluvia ácida, no se por cuanto tiempo, sus manchas de diversos tipos, lucen como una prenda abigarrada.
En las aceras, es menos notorio el paso del tiempo, pero las consecuencias físicas son evidentes, por ejemplo los abruptos cambios de altura propios de construcciones y ampliaciones individuales que van decolorando la localidad, en los que pierde uniformidad.
El aire frío, sopla sobre la calle, las corrientes de aire generadas por los escasos vehículos se contraponen, sobre las sombras que se difuminan hasta perderse.
Venimos caminan desde metro Coyoacán por la calle de mayorazgo, hemos caminado a un costado del IMER, intente ver desde afuera el estudio A. Seguimos hasta llegar a la Cineteca Nacional, pasando a un costado de los barrotes de acero pintado de negro, montados en una barda baja de concreto, hasta llegar al estacionamiento, amplio, monumental, al fondo la Cineteca se levanta en un tono morado. Pasamos a un costado de una garita de vigilancia.
Ella camina a un costado mío, el olor a frambuesa emana de su cabello, al tacto, se que bajo las diversas capas que le cubren, se encuentra su tersa y suave piel, cálida y blanca como la luz de luna, serena voltea a verme.
—Esta intenso el frío—Asiento sin responder — ¡mira tus chinos!
— ¿Qué le pasa a mi cabello?
—También tiene frío, ¡que tierno!— dice sonriente.
Se hace un silencio y ambos reímos bajo el cielo plomizo. Caminamos por el estacionamiento que nos espera. La ausencia de automóviles o adorno alguno, hacen que la plancha de concreto se transforme en un desierto interminable y hace que a la distancia nos veamos como unas aves diminutas en cruzando el cielo.
Llegamos hasta la cartelera, al frente se levantan las sinapsis de la XLIII Muestra Internacional de Cine. Edición primavera 2004. Las vamos leyendo una a una; Wilbur, Cómo Suicidarse sin Morir en el Intento, nos volteamos a ver y reimos un poco. La Pasión de Maria Elena –No tengo ganas de entristecerme— dice Helen, recargando la cabeza en mi hombro.
Reconstrucción –me gusta— digo, la volteo a ver, ella asiente. Continuamos con Suite Habana, ella niega con la cabeza, leemos El Lado Izquierdo del Refri, ahora yo niego, La Vida Sin Mí, ambos negamos. Luces Distantes, me quedo pensando, ella indica con el dedo que sigamos con El Papalote
— ¿Crees que realmente le quiten el tinte político?— dice sin voltearme a ver
—No sería fácil y quizá pierda sentido verla, no me atrae—
Seguimos con Buenos Días Noche y terminamos con La Mudanza
—Entonces veremos reconstrucción, ¿verdad?
— Eso parece— espero unos instantes.
— ¿Has escuchado hablar de Christoffer Boe?
—No— respondo.
—Como te digo, como te digo— se sume en cavilaciones mientras caminamos por el pasillo en dirección a la sala, nos formamos en la fila para poder comprar botana para degustar durante la función. Su mirada se pierde entre las hojas de los arboles, la humedad condensada y el aroma a palomitas de maíz. —Me basta con saber que es una película Danesa— digo en un intento por traerla de vuelta del viaje que ha emprendido a la luna.
Se toca los labios mientras hunde aun más su cabeza en mi pecho.—Bueno, primero es su primer largometraje. He leído que está dando mucho de qué hablar. Por su estilo que se asemeja al cine de David Lynch y Spike Jonze— Se aleja de mi para observarme a los ojos— Ya sabes, se mueve entre la tenue frontera del cine experimental y el fantástico— se detiene un instante a respirar y organizar las ideas — tiene un cortometraje, seguramente fue el preámbulo a esta película, según deduzco de la sinapsis— mueve un poco las manos tratando de encajar las palabras como si fueran engranes— Va cuestionando el amor y realidad, juega con la cronología. Usa mucha cámara en mano, close ups, paneos, esas cosas que resaltan el trabajo casi artesanal, la velocidad acelerada (cámara y edición), grano reventado, esos detalles que hacen que venir al cine sea un deleite—Mira al frente y voltea a verme para rematar —Seguramente su narrativa visual, la historia y la manera tan sutil de retratar esos detalles que te dejan marcado durante toda la vida. Harán que vaya más allá— Han pasado al menos tres semanas desde que conocí a Helen en el metro, al día siguiente nos volvimos ver.
Jamás imagine la clase de cosas que podrían ocurrir en una familia disfuncional o el grado de perturbación que puede dar origen a una infinita espiral de perversiones y desgracias en carne viva. No he tenido, ni tengo tanta entereza para escuchar las circunstancias por la que ha transitado.La sala es obscura, llevamos palomitas, nachos con queso y refrescos, la mirada llena de paz de Helen es como un diente de león al viento, no sabes cuándo terminará por irse para no volver. Nos dirigimos al centro de la sala, con un poco de dificultad encontramos un par de asientos, ella se sienta primero, me ayuda a acomodar una a una las cosas que llevamos. Ya con las manos libres me puedo sentar tranquilamente. Se recarga en mi hombro, le abrazo mientras me da palomitas con queso en la boca.

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